Hace muchos, muchos años en la ciudad del Olimpo vivía una pareja de semidioses que eran amigos, ella se llamada Amanda y él Dionisio. Todo iba de lo más normal entre ellos, había confianza y honestidad pero, como en cualquier amistad, si uno de los dos comienza a sentir algo por el otro todo se complica. Amanda comenzó a querer mucho a Dionisio, de una manera que ni ella misma lograba explicarse pero nunca le contó lo que le pasaba, ya que él siempre le hablaba de sus olimpo-aventuras con otras semidiosas. Conforme transcurría el tiempo, ambos fueron creando una amistad un poco confusa, pues hablaban y peleaban como si fueran algo más, ya no era tan inocente su amistad, ya que había sentimientos no aclarados, y a pesar de que nunca lograron conversar acerca de lo que realmente uno sentía por el otro, debido a que Dionisio era muy cerrado, Amanda no pudo evitar ilusionarse, pues siempre esperó más él.
Una noche, justo cuando Amanda creía que las cosas iban progresando con Dionisio, este le confesó que estaba enamorado de una diosa desde hace tiempo. Amanda no supo cómo reaccionar ya que realmente sus palabras la dejaron pasmada, lo único que alcanzó a decirle fue que le declarara su amor a aquella bella diosa y que no perdiera más el tiempo. Con una sonrisa disfrazada de decepción y sin más que decir, Amanda se marchó y decidió alejarse de él para siempre, pues desde ese momento sabía que todas las señales que ella había visto eran falsas y que sus sentimientos no servían de nada.
Pasaron los días y Dionisio no comprendía por qué Amanda le había dejado de hablar tan rotundamente, pero ella no quiso darle explicaciones, pues lo único que le importaba era alejarse para olvidar el daño tan grande que le había provocado y sabía que Dionisio no iba a entender eso. Hubo noches de insomnio en que Amanda se sentía la semidiosa más mortal que los mortales, no creía que fuera justo que su amigo jugara con ella de esa forma, pues ella lo seguía queriendo a pesar de todo y siempre creyó que él era diferente.
Después de una larga reflexión ella decidió hacer algo para darle rumbo a su vida nuevamente y fue al Olimpo a visitar a Zeus, el padre de todo. Cuando logró hablar con él, Amanda le contó su historia y le rogó que le cumpliese un deseo para que ella pudiese finalmente ser feliz -¿Qué es lo que quieres que haga por ti y qué gano yo haciéndote un favor?- Dijo Zeus-.
-Yo siempre he querido ser una estrella, pues ellas nunca dejan de brillar porque siempre están felices- Dijo Amanda-.
-No creas en todo lo que dicen acerca de las estrellas, aún eres muy joven para que te condenes a ti misma, hay muchos riesgos y tienes una vida por delante, puedes ser feliz aquí en la tierra- Dijo Zeus con voz de experiencia-.
-Me he estado condenando todo este tiempo, respirando en el mismo planeta en el que habita Dionisio, por favor déjame ser libre y a cambio prometo darle luz eterna al Olimpo- Suplicó Amanda-.
Y así fue como Zeus la transformó en una estrella reluciente. Todo marchaba bien los primeros días, hasta parecía que por fin llegaría paz a su vida pero ella se había acostumbrado a estar tanto con Dionisio que cada momento lo extrañaba un poco más y sentía como iba creciendo un vacío dentro de ella y fue así como paulatinamente se fue opacando su luz, fue tanta la soledad que llegó el día en que el vacío dentro de ella la consumió y se convirtió en un descomunal agujero negro.